jueves, 12 de julio de 2007

Mis amigos en el mundo

Muchas veces nos enojamos o aburrimos de la realidad que nos toca vivir. Otras nos encontramos con esas oportunidades que no podemos dejar pasar. Nos descubrimos deseando un cambio “para mejor” que imaginamos en una mudanza. Así comenzamos con averiguaciones, trámites y armamos las valijas en medio de alegrías, corridas, despedidas y el corazón lleno de ilusiones.

Cambiamos de país, de provincia o hasta de barrio y nos exponemos a vivencias que no habíamos imaginado. Nos sorprende lo diferente, a veces con sabor dulce o amargo. Disfrutamos de paisajes nuevos, tecnologías superiores, organización y al mismo tiempo que saboreamos esto abrimos paso a la nostalgia. Recordamos nuestras comidas preferidas, nuestra casa, todo con un sentimiento de lejanía. Y el idioma es otro tema, nos cansamos hablando otro idioma ¡O entendiendo las diferencias de expresión en el nuestro!

Sí, cuando teníamos todas las respuestas nos cambiaron las preguntas…. y reaccionamos con rechazo, pretendemos que sean los otros los que se adapten, son ellos los que están equivocados o son tan distintos. ¿Y si los distintos somos nosotros? Si pretendemos cambiarlos nos vamos a dar un golpe tan duro que podríamos armar las valijas y volver a la realidad que dejamos atrás. O decidimos descubrir los nuevos códigos de este lugar que elegimos, o no, como nuevo destino.
El tema me tocó de cerca en varias oportunidades y con muchos amigos:

* Mi amiga de la infancia, hace 12 años armó las valijas y se fue a California. Primero “probó suerte”,
y años más tarde, con su familia formada, me dijo “encontré mi lugar en el mundo”.
* La “flaquis”, se fue a Owensboro hace 2 años, acompañando la carrera de su marido. Sus anécdotas de luchar contra los gusanos de la basura, venir a Argentina a comprar trapos para limpiar la cocina y esconderse de los tornados, son desopilantes.
* Celi, una amiga nueva que es ella quien vino a los 17 años desde Venezuela, y con su tonadada dice un “boluda” muy gracioso.
* “La Chechu”, la más reciente en esto, se mudó a otra provincia hace pocos meses, adaptando 5 hijos y dejando 1 a terminar sus estudios en Buenos Aires. Todavía debe estar mareada ayudando a toda su familia a afrontar cambios tan radicales.

Por último, yo, Loli, que estoy en mi casa, en el barrio de mi infancia y me siento un tanto perdida. Que creo que cada una de ustedes tiene un pedacito de “mi mundo” y se lo llevó a kilómetros de distancia. Sus historias, mails y llamados llenan mi vida, me sorprendo con ustedes y me dejan pensando en las situaciones a las que debemos acomodarnos.

Para los que se van y los que nos quedamos en algún lugar de “nuestro mundo”, compartamos lo nuevo, lo raro, lo bueno, las dudas, los viajes. Porque nuestro hogar no está en un lugar, sino en nosotros mismos.

Loli

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que lindo leer tu historia de hoy y encontrarnos… y ver como a veces desde allá los amigos nos entienden y sienten lo que nos pasa como si estuvieran acá o si les pasara a ellos. Creo que lo mas dificil de vivir ‘en otro mundo’ ( porque a veces realmente te sentis en otro mundo aunque sólo estes a 10 horas de avión) nos es extrañar las comidas (el dulce de leche es capitulo aparte), las costumbres, los códigos, sino lo que se extraña juntarse a una mateada (te frio para Loli) con amigas como vos.
Este blog me convence más que es verdad lo que leí el otro día: ‘No hay distancia demasiado grande entre verdaderos amigos, porque la amistad le da alas al corazón’. Gracias Loli por ayudarnos a desplegar nuestras alas por este ciberespacio.
Millones de besos, te quiero mucho
Ani.